lunes, 12 de diciembre de 2011

Mi cuerpo no responde

Después de cuatro días de acostarnos tarde, y levantarnos con calma, esta mañana tuve que insitir un poco al despertar a Blanca para ir al cole...
Mamá:- vamos cariño.... despierta que ya es la hora...
Blanca:-. . . ¿ya es de díiia? (con voz melosa y adormilada) . . . aaah que "mien"...
se incorpora entonces. . . se frota los ojos . . . y me dice entre asustada e indignada
¡. . . Pero. . .pero mamá! . . . pero. . . ¡¡ Si mis pestañas no me hacen caso!!

sábado, 3 de diciembre de 2011

Hermano Mayor

Hace unos años emitían en prime time (y todavía lo ponen cuando no tienen qué), un programa llamado “Hermano Mayor” en el que un cachazas ex deportista, que había superado mil dificultades en la vida visitaba chavales descarriados para reconducirlos por el buen camino a base de terapias de choque, saltos en parapente, ejercicios de creatividad y alguna que otras clase de boxeo para quemar adrenalina… que no digo yo que esté mal o no sea efectivo, pero, la verdad, visto desde fuera, y siendo como soy experta en hermanos mayores, porque he tenido unos cuantos… ése  no ha sido un “Hermano Mayor” hasta que le dieron el programa, ¡si lo sabré yo!....
 
Los hermanos mayores no te llevan a terapia, ni a hacer parapente, ni te abrazan muy muy fuerte para mostrarte “la fuerza del cariño... eso es cosa de la tele. En la vida real los hermanos mayores si pueden te llevan durante dos kilómetros a collejas hasta el colegio, y no lo digo por mi , que gracias la cielo iba en autobús (pero mi marido fue un auténtico “hermano mayor”). Los hermanos mayores salen huyendo a toda mecha para que no te pegues a ellos en sus aventuras (¡no creáis que no os veía!…). Los hermanos mayores te introducen el maravilloso mundo de los desprecios originales:
“mocosa pringosa”, “eres más pesá que una vaca en brazos”…
Los hermanos mayores no te reconducen por el buen camino como en la tele, pero, eso sí, te enseñan a atarte los cordones de los zapatos... A día de hoy Mario y Paula, con casi nueve años, aún no saben hacerlo, y estoy segura de que es porque no tienen hermanos mayores; porque esas cosas no las enseñan los padres. Los hermanos mayores te enseñan a hacerte una cena rápida, nutritiva y sabrosa en cinco minutos con las sobras de la nevera (bueno, quizá esto también tenga algo que ver con ser de familia numerosa…no sé); y te enseñan a leer, o te cuentan historias desde la litera de arriba.Los hermanos mayores de la vida real no te llevan a soltar adrenalina en un gimnasio y  te dicen que la violencia  en la calle NO es la solución, ellos te defienden, con violencia o lo que haga falta, de los matones del cole, y si hace falta, de paso, les roban el bocata a  para dártelo a ti. Los hermanos mayores no intentan convencerte de que el alcohol NO es bueno, pero si les toca, te cuidan en tu primera borrachera. Los hermanos mayores no te hablan de “la fuerza del amor”, pero le romperán el morro a cualquier pretendiente que crean que no te conviene…


Y por supuesto, los hermanos mayores de la vida real no se van cuando acaba el programa…

Dicho esto…
El otro día Mario demostró ser un auténtico y genuino “Hermano Mayor”…
Propenso a deshacerse de sus hermanas con sonoros “¡apaaaarta!, ¡quiiiita de ahí! ¡déjame en paaaaz!, ¡no tooooques eso!... y asiduo “tocanarices” en las reuniones de Paula con sus amigas en las que se dedica a robarles las Barbies , apagarles insitentemente la luz, o bombardearles con el tirachinas, cuando tuvo que hacrelo, no dudo en defender a su hermana, ni más ni menos que del enemigo más temido: los adultos.
Veréis, esta semana tuvieron un exámen de matemáticas, durante el cual Paula y una compañera se pusieron a charlar, de Barbies y naderías me imagino, porque tengo clarísimo que a Paula ni se le pasaba por la cabeza la posibilidad de copiar. Pero el profesor al verlas, imagino que para enseñarles que durante los exámenes no se habla les marcó el examen con la “intención” de suspenderlas (y lo pongo entre comillas porque también tengo clarísimo que no pretendía cumplir la amenaza, aunque las niñas no lo supieran). El disgusto de Paula fue monumental, quizá porque la nota más baja que ha sacado ha sido un notable, quizá porque le llamarán  la atención (típica niña buenecita como es), quizá por tener que contarnos a nosotros, los padres, que había sacado el primer cero de su vida…el caso es que lloró durante el reto del examen, durante el recreo, durante la clase de inglés, y durante las siguientes….cómo sería, que su “hermano mayor”, mayor por 15 minutos , pero sobre todo mayor de sentimiento, se ofreció (aunque dudo que tuviera un plan efectivo para conseguirlo) para cambiar su examen por el de ella y quedarse él con el suspenso…
…Cuando Paula me lo contó, él nos intentaba explicar que “Es que Paula nunca ha tenido un cero…y yo no quería que lo tuviese”…

Todo un auténtico Hermano Mayor, de los que te hacen el día a día un infierno, pero dispuesto a dar su vida, o sus notas, cuando hace falta…

Haciendo un repaso de la jornada aquella noche me di cuenta de tres cosas bastante importantes:
1.- Con la emoción de “hermana pequeña rescatada” me olvidé de explicarles que no se deben hacer trampas en los exámenes (nota mental: antes del próximo examen debo tener una charla con ellos sobre el tema).
2.- Tendremos que trabajar la escasa tolerancia de  Paula a la frustración. Es importante no suspender, pero no podemos dejar que eso nos bloquee (nota mental: no dejarle ganar siempre, que vaya aprendiendo a morder el polvo)
3.- Tendremos que trabajar la excesiva tolerancia de Mario al fracaso en los estudios, capaz de aguantar la bronca por una mala nota (nota mental: fomentar sus logros, manteniendo el equilibrio, que si me paso pensará que esto es Jauja…)
¡ Pero qué difícil es esto de mantener el equilibrio en la educación!...
¡Tendré que preguntar a alguno de mis hermanos mayores cómo lo hacen ellos….!



martes, 15 de noviembre de 2011

Porque nosotros también fuimos niños

Nos encantan las ocurrencias de nuestros hijos, eso lo tenemos claro, el por qué es quizá ya una cuestión más debatible; unas veces nos parecen genialidades, propias de pequeños Einsteins, que nos hacen sentirnos orgullosos, porque, egocéntricos que somos, creemos que tenemos algo que ver con ello; otras nos asustan porque no sabemos de dónde se han sacado esta o aquella mala idea, y entonces por supuesto le echamos la culpa al entorno, los amigos o la sociedad; Ultimamente no me decanto ni por una ni por otra opción, lo mio es más bien puro egoísmo...me parto con ellos, me río de ellos, no con ellos, simplemente me divierten...
Y como ultimamente estoy más blandita, en su honor y para no reirme, tanto de ellos, quiero recordar algunas de las historias que se contaban en casa de mis hermanos mayores, que también hay unas cuantas...Porque, aunque a veces se nos olvide, nosotros también fuimos niños:


Manolo (entonces 6, hoy….puf….más de “tiseis”) :- En el pueblo, veraneando … después de haber ido a ver cómo ordeñaban a las vacas, llega corriendo a casa emocionado :

Manolo :-Mamaaaaá, mamaaaaá ¡ Ya sé de dónde sale la leche! ¡ qué no sale de la botella! ¡ que sale de unos dedos muu gordos que tienen las vacas en la tripa!

 Y siguiendo con el fiera...

Operándolo de amígdalas, de repente sale el cirujano, y mi madre preocupada se acerca corriendo:

Mamá: - ¿Pasa algo doctor?¿Hay algún problema?

Doctor: - No señora, nada grave, pero su hijo dice que no abre la boca si no le doy una moneda…
                ¡ y no llevo cambio…!

Ni que decir tiene que  llegó a economista….

Con unos doce años. Rubiete matador, ojazos de niño bueno y, como dicen por el sur, "de gastar poca tela"  porque aún no había dado el estirón apartentaba algunos años menos... Mi padre les había regalado un billete de un dólar tras un viaje por EE.UU., y él con su carita de nene bueno, ni corto ni perezoso se fue a la sucursal del Banco del barrio:

Manolo - ¿El Sr. Director, por favor?

Cajera:- Dime guapo, ¿qué quieres?

Manolo:- Hablar con el Sr. Director, si puede ser, por favor

Cajera:- Pues es que está muy ocupado, ¿Te puedo ayudar yo?

Manolo:- No creo, pero gracias por preguntar, ¿podría ir a ver si me recibe, por favor?

La cajera divertida con la insistencia del mengajo, se acerca al despacho del Sr. Director e informa de su visita. El director, extrañado, sale a atenderle, que muy serio y formal, le presenta el dólar y dice:

- Verá señor, es que había pensado en su banco para “ hacer una inversión….”

lunes, 7 de noviembre de 2011

  Sé que hace tiempo que no escribo nada...bien, ando escasa de recursos temporales, o dicho de otro modo: voy más liada que la pata de un romano... así que hoy, parca en palabras como ando, me limito a dejar un video que me encanta sobre lo que somos capaces de hacer cuando el cansancio y nuestros hijos nos vencen...

domingo, 25 de septiembre de 2011

Con las cosas de comer no se juega

Ultimamente no tengo mucho tiempo para escribir, o muchas fuerzas, no sé... pero hace unos días una vecina y amiga le trajo a los peques un riquísimo bizcocho de limón, que me ha traido además de unas cuantas calorías un par de historias a la cabeza:

Èsta es una de las ventajas de vivir en un pueblecito, que la convivencia con los vecinos es mucho más intensa y cercana. Mis hijos lo descubrieron pronto; sobre todo Mario que desde que aprendió a andar recorría el vecindario en busca de los mejores manjares;a unos les pedía un "tosito" (trocito) de pan, a otra un "coquito" (poquito) de "tolate" (chocolate), a otros unas galletas...
En una ocasión (tendrían unos 4 años), tras una tarde entera recibiendo todo tipo de mimos y  galanterías volvió a casa con las mangas llenas de miga de bizcocho y la boca de churretes de chocolate...
Mamá:- ¿y tú vas a cenar ahora?...¡si no has parado de comer!
Mario:-¡ claro mami...si no me han dado nada de comer!
Mamá:- ¡Pero cómo que no! ¡si llevas la cara llena de chocolate!
Mario:- No si digo....que no me han dado nada de comer....eehhhh, ummmm.... calentito

Pero esa no fue la primera (ni la última) vez que Mario deja claro las diferencias entre merendola, picoteo y alimentación en condiciones...
El año anterior, después de ver la cabalgata de Reyes fuimos a casa de mi hermana a la merienda-cena que suelen tener esa noche  y que consiste en un riquísimo chocolate caliente con roscón casero. Mario se puso las botas, comiendo y buscando sorpresas del roscón, y al terminar le dice a su tia:
Mario:- ¿y aqui...cuando cenamos?
Su tia:- pero si ya lo has hecho....el roscón con chocolate era la cena...
Mario:- (aparentemente muuuy indignado) ¿cómo?...pero...pero...si eso no es cena....cena es.....no zé.... forifo (chorizo) o así...

Genio y figura...todavía hoy sigue intentando sacar partido a las despensas:
- ¿puedo algo?
- Claro, tienes cereales, fruta, galletas...
- No si yo decía, algo...de fuet o eso

domingo, 11 de septiembre de 2011

¡Pues no los encuentro...!



Pasar los veranos en un pequeño pueblo del oriente asturiano, conviviendo con primos de todas las edades, es quizá uno de los mayores tesoros que ,por suerte, podemos ofrecer a mis hijos. Allí se liberan, descubren una naturaleza diferente y nuevos paisajes. Se reencuentran con amigos o los hacen nuevos. Exploran, descubren y encuentran. Aprenden a compartir y no exigir. Se amoldan a la disciplina de los grandes grupos. Pierden mimo y ganan confianza. Para los más pequeños (entre los que están los míos) es además una escuela de vida porque pasan los veranos observando y absorbiendo todo lo que hacen o dicen los primos más mayores, sabios y conocedores de los grandes misterios de la vida. Lo que en ocasiones requiere ciertas dosis de “reeducación” al volver a casa…

Hace unos tres años, acabando ya el verano, después de un baño, Mario (entonces de 5 años y medio- y especifico el medio porque para él es muy importante), señalándose me pregunta:

Mario:- Mamá, ¿esto qué es?...

Yo:- Pues los testículos hijo

   Mario:- aaaaahhh…

Muy confuso entonces se agacha, mira, rebusca y remira…y me dice levantándoselos con mucho cuidadito:

- Pero entonces…. ¿Los huevos dónde están?

viernes, 12 de agosto de 2011

SIN CAMBIOS NI DEVOLUCIONES


Jesús ( entonces 4 años), tras varios meses (¿años?) esperándola, recibe por fin en casa a su preciosa hermanita adoptada, Todo eran carantoñas, alegrías, y mimos para la pequeña por parte de sus dos hermanos mayores (de 4 y 7 años). Pero tras unas semanas la emoción se va diluyendo, entre pañales sucios, llantos a medianoche, y el cansancio de papá y mamá que tienen menos tiempo para jugar… Una tarde mamá reúne a los mayores y les explica:

Mamá- veréis esta tarde tenéis que portaros muy bien porque vienen a ver cómo cuidamos de la hermanita, y queremos que vean lo buenos hermanos que sois, ¿vale?...

Jesús- veráz mamá, que estaba yo penzando…..¿Y por qué no la devolvemos?....

jueves, 4 de agosto de 2011

Desde Grecia con amor: Yo siempre lo que diga mamá...



Hablando con los niños sobre gastronomía, Mario (8 años) insitía en que aquí estaba comiendo "muy sano" (será que no cuenta ni las chuches, ni los granizados de colores, ni los polos, ni la incheta a brochetas y patatas fritas que se pega cada dos días...) :

Mario (que en ese mismo momento le incaba el diente a un souvlaki de cerdo):
- Yo es que soy medio-vegetariano

Su padre: No hijo, tú no eres vegetariano...

Mario:- Pero ¿qué son los vegetarianos?

Su padre:- Pues son aquellas personas que sólo se alimentan de verduras, no comen alimentos procedentes de los animales; no toman pescado, ni carne, ni huevos...

Y entonces pregunta Paula  (8 años) muy extrañada...

Paula:- Pero....¿Y sus madres les dejan?

                                             ***
Asi que ya sabéis, vegetarianos del mundo...¡Preguntad a mamá!

jueves, 28 de julio de 2011

Desde Grecia con amor: El día que mi niña creció


Todos tenemos en nuestra vida algunas fechas que nunca olvidamos. No me refiero a bodas, entierros y comuniones, que por supuesto, sino a aquellas más pequeñas, más personales e íntimas; el día que aquel chico nos llamó para ir al cine por primera vez (quince años y tres niños después si te llama para que compres cebollas ya te puedes dar por contenta…), el día que aprobaste aquel horrible examen de final de carrera, o el que ganó tu equipo un partido histórico… Yo siempre recordaré el 11 de Julio de 2011 porque la croquetilla se hizo mayor.
Como madre que soy, quiero decir con esto, previsora por necesidad, no por convicción, ante la perspectiva de 5 horas de vuelos, con 5 de espera en aeropuertos, y 3 horas de viaje en coche con tres niños y maletas para dos meses en el extranjero quería no dejar cabos sueltos así que, este siempre recordado, 11 de julio, le puse pañal a Blanca,  ya que después de un mes y medio de concienciación: “vamos cariño, que ya eres muy mayor, y vamos a quitarnos los pañales” – “yo no quela ser mayod, yo soy quequeñita”; después de casi dos meses de jarritos, orinales y mucha, mucha limpieza en casa por escapes y accidentes, después de haber preguntado, ¿cuántas veces?, si hacemos cálculos. 1 vez cada hora, 16 horas al día, 30 días al mes durante 2 meses …¡ me salen casi 1000!...después de todo eso no había conseguido los resultados deseados, así que, como digo, para este viaje le puse pañal.
Pero al destino, sabio y cruel a veces, le gusta demostrar quién manda, y la peque decidió hacerse mayor, y pedir ella sola (sin jarritos, ni preguntas, ni premios) ir al baño…¡Y lo hizo justo antes de pasar el control de seguridad del aeropuerto!
- Maaaami! ¡ Maaami!...¡ piiiiiiis!
Yo (y mis maletas):- ¡¿Ahora?! Pero si llevas el pañal…
- No quiera pañal! ¡ yo quiera piiiiis!....¡ piiiiiis!
Y lo pidió otra vez, en la puerta de embarque del avión…
- Mami, mami! ¡Caca!
(odio repetirme)- ¡¡¡¡¡¿Ahora?!!!!! ¡¿Seguro?!...mira que llevas pañal….
- Siiiiiii, ¡Ahora!
Y allá nos fuimos, no sin antes dejar a sus dos hermanos “mayores” vigilando las maletas , la cola de embarque y al avión:“si el avión se mueve, gritad”
Y lo pidió también durante el tránsito en Madrid…Y en el avión, ¡dos veces!

Y yo, orgullosa y agotada, paseé maletas y niños por los servicios de varios aeropuertos para entender que por mucho que queramos organizar nuestra vida o hacer que nuestros niños crezcan (o no), nuestros hijos crecerán cuando les toque, por muy mal que nos venga a nosotros.