domingo, 25 de septiembre de 2011

Con las cosas de comer no se juega

Ultimamente no tengo mucho tiempo para escribir, o muchas fuerzas, no sé... pero hace unos días una vecina y amiga le trajo a los peques un riquísimo bizcocho de limón, que me ha traido además de unas cuantas calorías un par de historias a la cabeza:

Èsta es una de las ventajas de vivir en un pueblecito, que la convivencia con los vecinos es mucho más intensa y cercana. Mis hijos lo descubrieron pronto; sobre todo Mario que desde que aprendió a andar recorría el vecindario en busca de los mejores manjares;a unos les pedía un "tosito" (trocito) de pan, a otra un "coquito" (poquito) de "tolate" (chocolate), a otros unas galletas...
En una ocasión (tendrían unos 4 años), tras una tarde entera recibiendo todo tipo de mimos y  galanterías volvió a casa con las mangas llenas de miga de bizcocho y la boca de churretes de chocolate...
Mamá:- ¿y tú vas a cenar ahora?...¡si no has parado de comer!
Mario:-¡ claro mami...si no me han dado nada de comer!
Mamá:- ¡Pero cómo que no! ¡si llevas la cara llena de chocolate!
Mario:- No si digo....que no me han dado nada de comer....eehhhh, ummmm.... calentito

Pero esa no fue la primera (ni la última) vez que Mario deja claro las diferencias entre merendola, picoteo y alimentación en condiciones...
El año anterior, después de ver la cabalgata de Reyes fuimos a casa de mi hermana a la merienda-cena que suelen tener esa noche  y que consiste en un riquísimo chocolate caliente con roscón casero. Mario se puso las botas, comiendo y buscando sorpresas del roscón, y al terminar le dice a su tia:
Mario:- ¿y aqui...cuando cenamos?
Su tia:- pero si ya lo has hecho....el roscón con chocolate era la cena...
Mario:- (aparentemente muuuy indignado) ¿cómo?...pero...pero...si eso no es cena....cena es.....no zé.... forifo (chorizo) o así...

Genio y figura...todavía hoy sigue intentando sacar partido a las despensas:
- ¿puedo algo?
- Claro, tienes cereales, fruta, galletas...
- No si yo decía, algo...de fuet o eso

domingo, 11 de septiembre de 2011

¡Pues no los encuentro...!



Pasar los veranos en un pequeño pueblo del oriente asturiano, conviviendo con primos de todas las edades, es quizá uno de los mayores tesoros que ,por suerte, podemos ofrecer a mis hijos. Allí se liberan, descubren una naturaleza diferente y nuevos paisajes. Se reencuentran con amigos o los hacen nuevos. Exploran, descubren y encuentran. Aprenden a compartir y no exigir. Se amoldan a la disciplina de los grandes grupos. Pierden mimo y ganan confianza. Para los más pequeños (entre los que están los míos) es además una escuela de vida porque pasan los veranos observando y absorbiendo todo lo que hacen o dicen los primos más mayores, sabios y conocedores de los grandes misterios de la vida. Lo que en ocasiones requiere ciertas dosis de “reeducación” al volver a casa…

Hace unos tres años, acabando ya el verano, después de un baño, Mario (entonces de 5 años y medio- y especifico el medio porque para él es muy importante), señalándose me pregunta:

Mario:- Mamá, ¿esto qué es?...

Yo:- Pues los testículos hijo

   Mario:- aaaaahhh…

Muy confuso entonces se agacha, mira, rebusca y remira…y me dice levantándoselos con mucho cuidadito:

- Pero entonces…. ¿Los huevos dónde están?