Pasar los veranos en un pequeño pueblo del oriente asturiano, conviviendo con primos de todas las edades, es quizá uno de los mayores tesoros que ,por suerte, podemos ofrecer a mis hijos. Allí se liberan, descubren una naturaleza diferente y nuevos paisajes. Se reencuentran con amigos o los hacen nuevos. Exploran, descubren y encuentran. Aprenden a compartir y no exigir. Se amoldan a la disciplina de los grandes grupos. Pierden mimo y ganan confianza. Para los más pequeños (entre los que están los míos) es además una escuela de vida porque pasan los veranos observando y absorbiendo todo lo que hacen o dicen los primos más mayores, sabios y conocedores de los grandes misterios de la vida. Lo que en ocasiones requiere ciertas dosis de “reeducación” al volver a casa…
Hace unos tres años, acabando ya el verano, después de un baño, Mario (entonces de 5 años y medio- y especifico el medio porque para él es muy importante), señalándose me pregunta:
Mario:- Mamá, ¿esto qué es?...
Yo:- Pues los testículos hijo
Mario:- aaaaahhh…
Muy confuso entonces se agacha, mira, rebusca y remira…y me dice levantándoselos con mucho cuidadito:
- Pero entonces…. ¿Los huevos dónde están?
¡¡¡Muy bueno!!! Con las preguntas y respuestas de los niños se podria escribir un libro...
ResponderEliminarBesos
Pepi